jueves, 16 de abril de 2009

A campo traviesa

Cuán solo está el caminante, que teniendo aliados consigo, los echa de lado para andar su camino.
Cuán sola está el alma no querida, que buscando sosiego solo encuentra decepción.
Cuán sola queda una cuando notas que lo que creías tener no era cierto, mas era efímero e inconcluso.

La luna brilla más que nunca sobre mí, la veo mejor, sin neblina ante mis ojos.
El engaño de esa dimensión que me absorbió se disipó ante mis ojos y la distancia.

Si quería creer en algo, simplemente se perdió. Se lanzó al mar del olvido, lago infinito de olas bravas. Que aquella agresiva deidad te mantenga a salvo en tu Odisea, que la mía es en tierra firme, y sin tí.

Dado el cambio de capítulo en este ciclo sin fin, no te pienso, mas te extraño.
O tal vez extraño eso que alguna vez sentí que nos unió.
Busco en otras tierras lo que en tu condado jamás encontré.
Busco tranquilidad en la marea de algún otro mar.
Busco un mástil al cual aferrarme en tormenta.
Busco con quien sembrar en tierras compartidas, para luego cosechar frutos de felicidad.

Mares bravos? No son lo mío.
El aire me invita a volar.
Mis pies pesan cual plomo
por eso no me dejo llevar.

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