No sé cómo ni cuando, pero llegó aquel amargo momento en que no podía dejarte de lado; lo raro fue que ni sabía tu nombre: el hecho que rieras conmigo se metió en mí.
Y poco a poco fui encontrándote, o tal vez tú me encontraste a mí. Odié tantas de tus miradas desvergonzadas, siempre atento a mí.
A medida que el tiempo avanza, las cosas suelen ponerse mas curiosas, y es que, jamás habría imaginado que tu voz y tu vida habrían sido parte de mi vida diaria. Horas de horas hablando, conociendote a ti, conociéndome a mí.
Cada día que pasa, mi situación es más confusa. No sé por qué aprendí a quererte, y quisiera saber la razón por la cual puedo hablarte mirando tan directamente a tus ojos.
Si volar sin alas es tan fácil si tienes por quién, por qué mis alas no se despegan de mi espalda...
Quisiera poder lanzarme a ese vacío y saber que caeré en tus brazos, saber que el dulce de tus labios será la miel a la cual tendré que acostumbrarme. Oh, quisiera! Que seas feliz; que tus latidos sean acelerados por la existencia de alguien que sepa hacerte feliz.
Sin principio y sin final, me mantengo en el proceso sin conclusión de una historia sin fundamento, una mala broma de la vida que no me deja estar contigo, pero tampoco sin ti.